Introducción
En los últimos años, basta con darte una vuelta por cualquier calle o scrollear un poco en Instagram para notar una extraña sensación de déjà vu visual. Tipografías sans serif limpias, espacios blancos, todo muy correcto, muy neutro… y muy parecido.
Desde Indigo —estudio de diseño gráfico entre Palma y Bali— llevamos tiempo observando este fenómeno. No se trata solo de una moda, sino de una consecuencia directa de cómo se están construyendo las marcas hoy: rápido, desde plantillas, y con miedo a salirse de la norma. En este artículo hablamos sobre por qué ocurre, qué hay detrás de esta homogeneidad visual y por qué creemos que un buen branding no debería parecerse tanto al del resto.
"Un buen logo no tiene que gritar. Pero tampoco debería parecer que lo han hecho cien marcas más antes que tú."
1. La era de la plantilla
Nunca ha sido tan fácil lanzar una marca visual. Existen generadores automáticos de logos, bancos de tipografías listas para usar y miles de mockups que maquillan cualquier propuesta en minutos. El resultado: marcas que “parecen marcas”, pero que no dicen nada.
La accesibilidad es positiva, pero también ha aplanado el terreno. Muchas empresas priorizan tener “algo que encaje en redes” antes que una identidad que conecte con su historia o visión. Y ahí empieza el problema.
2. La obsesión por lo “limpio”
El minimalismo se ha convertido en el estándar de diseño gráfico contemporáneo. Y bien aplicado, tiene muchísima fuerza. El problema es cuando el “menos es más” se convierte en “menos es menos”. Logos tan neutros que podrían ser de cualquier empresa, en cualquier sector, en cualquier país.
La limpieza visual no debería ser sinónimo de falta de carácter. Una identidad puede ser clara, simple y funcional sin volverse invisible.
3. Las redes sociales como molde estético
Instagram, Behance y TikTok han ayudado a democratizar el diseño y han dado visibilidad a miles de creativos. Pero también han generado una presión estética silenciosa: “todo debe verse bonito en cuadrado”. El diseño pasa a filtrarse más por lo que “funciona visualmente” que por lo que tiene sentido para la marca.
Muchas decisiones se toman pensando en el feed, no en el mensaje. Y eso, a largo plazo, debilita las marcas.
4. ¿Cómo evitar que tu marca se diluya?
En Indigo trabajamos desde la idea de que el branding no es un logo bonito: es una estructura visual con dirección y criterio. Por eso, cuando diseñamos una identidad, preguntamos mucho antes de dibujar nada. Escuchamos, leemos, analizamos el contexto, los valores y el tono.
A partir de ahí, el diseño viene solo. No desde una plantilla, sino desde un punto de vista. Eso es lo que hace que una marca no se parezca a otra.
5. Una identidad con personalidad no tiene por qué ser rara
No estamos diciendo que todas las marcas deban ser excéntricas, ni ir en contra de todo. Pero sí creemos que una buena identidad visual debe tener coherencia, intención y un pequeño giro. Ese detalle que la hace tuya. Puede ser una elección tipográfica bien pensada, una estructura editorial que ordena el caos, un uso del color que no da miedo. Algo que no solo encaje: que se recuerde.
En un mundo donde todo se parece, diferenciarse no es un capricho: es una estrategia. Si estás construyendo una marca, o si crees que la tuya se ha diluido en lo genérico, quizás es hora de volver al principio: ¿qué tienes que decir y cómo lo podemos mostrar con verdad?
Si eso te suena, ya sabes dónde encontrarnos.